La vaca comía
hierba plácidamente en el prado. Cogía un puñado y posteriormente
se erguía para masticarla sin parar. Miraba al frente mientras su
grasa colgaba inerte junto con sus nueve hubres. Su piel era gruesa y
limpia a pesar de tener una concentración de moscas en su lomo de
color anaranjado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario