Una vez bajadas las escalera me dirigí hacia la silla.
Estaba muy nerviosa y las manos me temblaban. Me senté en ella y mire a la
gente que tenía adelante. Cuanto público! Dejé el miedo a un lado y empecé a
tocar. Una gran tranquilidad me invadió por dentro. A acabar y ver que la gente
estaba aplaudiendo, me di cuenta que tocar por primera vez delante de gente no
era tan malo.
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