Al sistema capitalista le interesa tenernos entretenidos con un tema para, al final, acabar consumiendo. Esto pasa con la belleza o tecnología. En el primer ejemplo, la necesidad de parecer siempre joven o más guapa mediante el uso de productos cosméticos. En la tecnología es la necesidad de estar siempre a la última, comprando todos los años nuevos teléfonos que llegan a costar más de mil euros como el Iphone. Y que luego acaben estropeados o vayan lentos por culpa de la obsolescencia programada
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