Era una noche
borrascosa, el tiempo era frío y los caminos estaban totalmente incomunicados.
En uno de esos caminos, había un edificio iluminado, una posada. Los músicos
tocaban alegremente y el ambiente estaba muy animado, completamente ajeno a lo
que ocurría en el exterior. Cuando todo el mundo se disponía a ir a su
habitación, un golpe de viento azotó las ventanas haciendo que se abriesen de
par en par y que estallasen en una lluvia de cristales. La lluvia empezó a
empaparlo todo y se apagaron todos los fuegos de la estancia...
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